lunes, 25 de noviembre de 2013

Internet... ¿La nueva sociedad?

"La sociedad actual está provista de pantalla y espectáculo"

      La primera máquina programable, que luego tendría su desarrollo en lo que hoy conocemos como ordenador, fue la computadora Z3, creada por Komrad Zuse en 1941. Por aquel entonces, un ordenador era tecnología especializada, es decir, su uso estaba exclusivamente destinado a las labores científicas y militares de la época y, recordemos, la Segunda Guerra Mundial no había finalizado aún (1939-45). Quizás, fue por esto último por lo que Isaac Asimov llegó a la conclusión de la frase con la que se ha iniciado este escrito, pues dedicó parte de su vida a la investigación química en los astilleros de la marina de guerra estadounidense durante el conflicto.

      Hoy en día, sin embargo, ordenadores y software se han convertido en aparatos de consumo de más, con la aparición de otros soportes –portátiles y dispositivos móviles–, fruto de una constante y rápida evolución tecnológica. A su vez, este crecimiento imparable ha estado impulsado por el uso de la red global de Internet, quién nos ha integrado en una Sociedad de la Información y Comunicación tecnológica palpable; por ejemplo, en nuestro modo de comunicarnos, por un lado, y en el acceso fácil a la información, por otro. Es decir, la comunicación se produce casi antes de que se inicie, puesto que los dispositivos nos permiten estar conectados incluso cuando no estamos presentes.
     La comunicación es el proceso de transmisión y recepción de ideas, información y mensajes. En los últimos 150 años y, en especial, en las dos últimas décadas, la reducción de los tiempos de transmisión de la información a distancia y de acceso a la información ha supuesto uno de los retos esenciales de nuestra sociedad. Caminamos, entonces, hacia la comunicación total.
Un vídeo que plasma de forma curiosa la comunicación social de hoy en día es el siguiente:


Como bien subtitula el Catedrático de Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid (UCM), Jesús Timoteo Álvarez, y en su artículo editado en la revista Tendencias21, "la sociedad actual está provista de pantalla y espectáculo" y con ella un nuevo sistema de comunicaciones muy diferentes a los de antaño. En las sociedades más modernas, no se conocía de pantallas hasta finales de los 70. Le precedían otros medios de comunicación dominantes, tales como la prensa y la radio; y todo parecía, al igual que hoy, seguir una tendencia que proporcionara información y entretenimiento. La diferencia estribaba en el modo en que se ofrecía y las oportunidades de persuasión que proporcionaban.


      Los ordenadores, y más los móviles, han revolucionado la comunicación a unas cotas de audiencia universal, interactiva y sincrónica, trasladando al individuo receptor en emisor-receptor a la vez; otorgándole un poder mediático al que los propios medios tradicionales han respondido con la creación de sus portales webs y blogs. En este aspecto, y a la par de lo establecido por el catedrático Timoteo, se ha producido una analogía cultural con el Renacimiento: prescindir de intermediarios y reaccionar sin la dependencia de un orador aristotélico y la moralidad religiosa de un Dios.
 
"Los ordenadores, y más los móviles, han revolucionado la comunicación a unas cotas de audiencia universal, interactiva y sincrónica"
 
      La escritura, sin duda, marcó un paso importante para la civilización pero también para un mayor desarrollo de rangos y jerarquías que fortalecería el poder en las comunicaciones sociales; la primera de ellas, a través de la prensa escrita. Luego, y con la aparición de la radio y la televisión en nuestra anterior centuria, ese poder tan concentrado de medios (de ahí a que lo designaran como el cuarto poder) sufriría un traslado de posicionamientos: lo que Ortega y Gasset denominó “El advenimiento de las masas”, aquí se podría describir como “El advenimiento de los nativos digitales”.  
      La crisis de 1991 estancó el crecimiento de los medios tradicionales, agravando la situación por una expansión acelerada desmedida que pondría en entredicho la eficaz gestión financiera y explicaría, como resultado de esto, la venta de activos y las fusiones reiteradas de grandes medios. Bastaría, entonces, una revolución tecnológica como la actual para alentar, más si cabe, estos proyectos económicos de concentración, conduciendo, no a un mercado de masas, sino a un mercado de información dónde la línea de actuación se centrara en una  reducción de compañías, capaces de afrontar el reto tecnológico y la variedad de usuarios que en ella se movieran.

      La reflexión crítica en torno a las consecuencias que traerá esta revolución no ha hecho más que comenzar:
          Jesús Timoteo sostiene que "la era digital está diluyendo el poder más que concentrarlo y una de las razones para ello es la palpable omnipresencia de los medios en la vida pública". Así, y con esta presencia mediática, la gente tiene el poder de cambiar, decidir e influir en su destino, siendo no solo protagonistas de la noticia, sino los creadores de la misma. Esto me recuerda al movimiento “Primavera árabe”, iniciado desde el año 2010 y vigente hasta hoy; se intenta explicar por qué este tipo de revueltas en el mundo árabe tuvo su alzamiento en el siglo XXI y no antes, y una de las causas que la justifica está en la coincidencia del proceso de globalización de Occidente y la expansión de las Redes Sociales a través de Internet. Eso explica porque la mayoría de manifestantes eran jóvenes; cercanos a la Red (en Egipto el movimiento recibió el nombre de Revolución de los jóvenes) atentos, informados y dispuestos a sumarse a las protestas mundiales, tales como las de Grecia en 2010-11, el movimiento 15M, el estudiantil de Chile 2011-13, las de Colombia por el 2011-12 y tantas otras de símil espíritu reivindicativo. El caso es que Internet se reveló con tanto ímpetu que, en el caso de los movimientos árabes, el gobierno egipcio decidió prohibirlo, junto a los teléfonos móviles y, días después, la cadena televisiva Al Jazeera, que justamente emitía las revueltas en Internet.
        Los medios de comunicación, como sabemos, están en evolución, aunque destaquemos ahora la responsabilidad social del medio de comunicación; ésta no debe limitarse solamente a revisar qué contenidos, cantidad y calidad de información, el concepto de responsabilidad social debería tener en cuenta el alcance del mensaje y su impacto en los grupos de interés. Sobre todo, porque la comunicación social global debe tener en cuenta también a los más desprotegidos o a quienes no tienen acceso a tanta evolución comunicativa.

          El debate sobre el control a la información  y el establecimiento de algún tipo de censura también está servido, cuanto menos suficientemente justificado: una de ellas por motivos de seguridad civil (circulaban instrucciones de cómo montar una bomba nuclear masiva por el propio gobierno norteamericano de Bush); otras por medidas de lucha contra redes mafiosas y fascistas; y por la protección a menores ante pederastas o redes sexuales que, tras un perfil falso, esconden delitos de abuso sexual.

          Por eso, planteo el siguiente análisis: si la Sociedad de la Información ha traído a todas aquellas sociedades integradas por la misma una mayor  cantidad y facilidad de acceso a la información y entretenimiento, ¿lo ha hecho también con el conocimiento? Y si lo ha hecho, ¿en qué modo? Entiéndase conocimiento como aquel suficientemente documentado, diverso y objetivamente planteado; el que, afirma Timoteo, permite la capacidad individual de decisión y no la rompe por las falsas premisas de la información.

         Sin negar el nuevo mundo de posibilidades que pone a nuestro alcance Internet, no es menos cierto que las nuevas tecnologías y los social media han transformado hasta tal punto nuestros hábitos de conducta y el modo de concebir las relaciones personales y sociales en apenas pocos años,  que podemos afirmar que existe un modelo social anterior al nacimiento de las redes sociales y otro bien distinto, posterior a su desarrollo. En este tránsito, en esta nueva era, una brecha digital ha acabado separando a dos generaciones: los que viven, manejan y se relacionan a través de la red y los que conviven y soportan, pero no entienden porqué dos personas dejan de mirarse a los ojos para hablar y deciden hacerlo a través de la pantalla de un móvil...

        En tono de parodia, y versionando una conocidísima canción, los actores del programa de Oregón TV nos invitan a reflexionar sobre si existe vida más allá del whatsapp.



 SARA MUÑOZ HERNÁNDEZ
(NOVIEMBRE 2013)

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