"La sociedad actual está provista de pantalla y espectáculo"
La primera
máquina programable, que luego tendría su desarrollo en lo que hoy conocemos
como ordenador, fue la computadora Z3, creada por Komrad Zuse en 1941. Por
aquel entonces, un ordenador era tecnología especializada, es decir, su uso
estaba exclusivamente destinado a las labores científicas y militares de la
época y, recordemos, la Segunda Guerra Mundial no había finalizado aún
(1939-45). Quizás, fue por esto último por lo que Isaac Asimov llegó a la
conclusión de la frase con la que se ha iniciado este escrito, pues dedicó
parte de su vida a la investigación química en los astilleros de la marina de
guerra estadounidense durante el conflicto.
Hoy en día, sin embargo,
ordenadores y software se han convertido en aparatos de consumo de más, con la
aparición de otros soportes –portátiles y dispositivos móviles–, fruto de una
constante y rápida evolución tecnológica. A su vez, este crecimiento imparable
ha estado impulsado por el uso de la red global de Internet, quién nos ha
integrado en una Sociedad de la Información y Comunicación tecnológica
palpable; por ejemplo, en nuestro modo de comunicarnos, por un lado, y en el acceso
fácil a la información, por otro. Es decir, la comunicación se produce casi antes de que se inicie, puesto que los dispositivos nos permiten estar conectados incluso cuando no estamos presentes.
La comunicación es el proceso de transmisión y recepción de ideas, información y mensajes. En los últimos 150 años y, en especial, en las dos últimas décadas, la reducción de los tiempos de transmisión de la información a distancia y de acceso a la información ha supuesto uno de los retos esenciales de nuestra sociedad. Caminamos, entonces, hacia la comunicación total.
Un vídeo que plasma de forma curiosa la comunicación social de hoy en día es el siguiente:
Un vídeo que plasma de forma curiosa la comunicación social de hoy en día es el siguiente:
Como bien subtitula el Catedrático de Periodismo en la Universidad Complutense
de Madrid (UCM), Jesús Timoteo Álvarez, y en su artículo editado en la revista Tendencias21,
"la sociedad actual está provista de pantalla y espectáculo" y con ella un nuevo sistema de comunicaciones muy diferentes a los de
antaño. En las sociedades más modernas, no se conocía de pantallas hasta
finales de los 70. Le precedían otros medios de comunicación dominantes, tales
como la prensa y la radio; y todo parecía, al igual que hoy, seguir una
tendencia que proporcionara información y entretenimiento. La diferencia
estribaba en el modo en que se ofrecía y las oportunidades de persuasión que
proporcionaban.
Los ordenadores, y más los móviles, han revolucionado la comunicación a unas
cotas de audiencia universal, interactiva y sincrónica, trasladando al
individuo receptor en emisor-receptor a la vez; otorgándole un poder mediático
al que los propios medios tradicionales han respondido con la creación de sus
portales webs y blogs. En este aspecto, y a la par de lo establecido por el
catedrático Timoteo, se ha producido una analogía cultural con el Renacimiento:
prescindir de intermediarios y reaccionar sin la dependencia de un orador aristotélico
y la moralidad religiosa de un Dios.
"Los ordenadores, y más los móviles, han revolucionado la comunicación a unas cotas de audiencia universal, interactiva y sincrónica"
La escritura, sin duda, marcó un paso importante para la civilización pero
también para un mayor desarrollo de rangos y jerarquías que fortalecería el
poder en las comunicaciones sociales; la primera de ellas, a través de la
prensa escrita. Luego, y con la aparición de la radio y la televisión en
nuestra anterior centuria, ese poder tan concentrado de medios (de ahí a que lo
designaran como el cuarto poder) sufriría un traslado de posicionamientos: lo
que Ortega y Gasset denominó “El advenimiento de las masas”, aquí se podría
describir como “El advenimiento de los nativos digitales”.
La crisis de 1991 estancó el crecimiento de los medios tradicionales, agravando
la situación por una expansión acelerada desmedida que pondría en entredicho la
eficaz gestión financiera y explicaría, como resultado de esto, la venta de
activos y las fusiones reiteradas de grandes medios. Bastaría, entonces, una
revolución tecnológica como la actual para alentar, más si cabe, estos
proyectos económicos de concentración, conduciendo, no a un mercado de masas,
sino a un mercado de información dónde la línea de actuación se centrara en una
reducción de compañías, capaces de afrontar el reto tecnológico y la
variedad de usuarios que en ella se movieran.
La reflexión crítica en torno a las consecuencias que traerá esta revolución no
ha hecho más que comenzar:
Jesús Timoteo sostiene que "la era digital está diluyendo el poder más que
concentrarlo y una de las razones para ello es la palpable omnipresencia de los
medios en la vida pública". Así, y con esta presencia mediática, la gente tiene
el poder de cambiar, decidir e influir en su destino, siendo no solo
protagonistas de la noticia, sino los creadores de la misma. Esto me recuerda
al movimiento “Primavera árabe”, iniciado desde el año 2010 y vigente hasta
hoy; se intenta explicar por qué este tipo de revueltas en el mundo árabe tuvo
su alzamiento en el siglo XXI y no antes, y una de las causas que la justifica
está en la coincidencia del proceso de globalización de Occidente y la
expansión de las Redes Sociales a través de Internet. Eso explica porque la
mayoría de manifestantes eran jóvenes; cercanos a la Red (en Egipto el
movimiento recibió el nombre de Revolución de los jóvenes) atentos, informados y dispuestos a
sumarse a las protestas mundiales, tales como las de Grecia en 2010-11, el
movimiento 15M, el estudiantil de Chile 2011-13, las de Colombia por el 2011-12
y tantas otras de símil espíritu reivindicativo. El caso es que Internet se
reveló con tanto ímpetu que, en el caso de los movimientos árabes, el gobierno
egipcio decidió prohibirlo, junto a los teléfonos móviles y, días después, la
cadena televisiva Al Jazeera, que justamente emitía las revueltas en
Internet.
Los medios de comunicación, como sabemos, están en evolución, aunque destaquemos ahora la responsabilidad social del medio de comunicación; ésta no debe limitarse solamente a revisar qué contenidos, cantidad y calidad de información, el concepto de responsabilidad social debería tener en cuenta el alcance del mensaje y su impacto en los grupos de interés. Sobre todo, porque la comunicación social global debe tener en cuenta también a los más desprotegidos o a quienes no tienen acceso a tanta evolución comunicativa.
El
debate sobre el control a la información y el establecimiento de algún
tipo de censura también está servido, cuanto menos suficientemente justificado:
una de ellas por motivos de seguridad civil (circulaban instrucciones de cómo
montar una bomba nuclear masiva por el propio gobierno norteamericano de Bush); otras por medidas de lucha contra redes
mafiosas y fascistas; y por la protección a menores ante pederastas o redes
sexuales que, tras un perfil falso, esconden delitos de abuso sexual.
Por eso, planteo el siguiente análisis: si la Sociedad
de la Información ha traído a todas aquellas sociedades integradas por la misma
una mayor cantidad y facilidad de acceso a la información y
entretenimiento, ¿lo ha hecho también con el conocimiento? Y si lo ha hecho,
¿en qué modo? Entiéndase conocimiento como aquel suficientemente documentado,
diverso y objetivamente planteado; el que, afirma Timoteo, permite la capacidad
individual de decisión y no la rompe por las falsas premisas de la información.
Sin negar el nuevo mundo de posibilidades que pone a nuestro alcance Internet, no es menos cierto que las nuevas tecnologías y los social media han transformado hasta tal punto nuestros hábitos de conducta y el modo de concebir las relaciones personales y sociales en apenas pocos años, que podemos afirmar que existe un modelo social anterior al nacimiento de las redes sociales y otro bien distinto, posterior a su desarrollo. En este tránsito, en esta nueva era, una brecha digital ha acabado separando a dos generaciones: los que viven, manejan y se relacionan a través de la red y los que conviven y soportan, pero no entienden porqué dos personas dejan de mirarse a los ojos para hablar y deciden hacerlo a través de la pantalla de un móvil...
En tono de parodia, y versionando una conocidísima canción, los actores del programa de Oregón TV nos invitan a reflexionar sobre si existe vida más allá del whatsapp.
SARA MUÑOZ HERNÁNDEZ
(NOVIEMBRE 2013)
(NOVIEMBRE 2013)
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